Empezaré con una afirmación que puede parecer una contradicción absoluta con lo que intento divulgar a través de este blog, pero que es una verdad como un templo: la alimentación de la madre influye poquísimo en la composición de la leche materna. ¡Zasca, en toda la boca!

Todas las madres somos capaces de amantar a nuestros bebés, independientemente de la dieta que sigamos, de si descansamos y del nivel de estrés que tengamos. No hay que olvidar que a lo largo de la historia de la humanidad las madres han amantado a sus bebés en época de hambruna, de guerras, de insalubridad… Y su leche ha cumplido perfectamente con su cometido. La clave para una buena lactancia es poner frecuentemente al bebé al pecho, lo antes posible después del parto y tantas veces como el peque quiera. Esto favorecerá la prolactina y la oxitocina, las dos hormonas clave para la lactancia.

Tu leche es perfecta, no hacen falta los multivitamínicos

Así pues aunque nos lo diga la pediatra, la gine, la suegra o el vecino del tercero no hace falta comprar de manera sistemática los carísimos multivitamínicos para madres lactantes que inundan las farmacias. No hay que enriquecer nuestra leche porque la leche materna ya tiene todo lo que necesita. Si existe un verdadero superalimento ese es la leche materna.

Sin embargo, que el bebé no se vea afectado por las carencias nutricionales de la dieta o del estado emocional de la madre no quiere decir que la mamá no vaya a sufrir las consecuencias. La producción de leche implica un gasto extraordinario de energía que la madre debe cubrir con alimentos. Si la dieta no aporta nutrientes necesarios, el cuerpo recurrirá a las reservas, las cuales, con el tiempo, podrían agotarse con las consecuencias que ello podría tener para la salud. Seguro que habréis oído a alguna abuela decir aquello de “un diente menos por cada embarazo”.

Por tanto, aunque para tener una lactancia exitosa la alimentación no sea el factor principal, sí que se recomienda cuidarla para que la mamá se sienta con energía para cuidar al bebé. Básicamente consiste en seguir una dieta similar a la del embarazo, lo más equilibrada, limpia y nutritiva posible.

 

Yodo, el mineral que no puede faltar durante la lactancia

Dicho esto hay que recordar que hay ciertos nutrientes que si no están presentes en la dieta de la madre no aparecerán en la leche porque el cuerpo no es capaz de fabricarlos por sí solo. El más importante es el yodo. En caso de carencia de este mineral, el bebé puede sufrir problemas de tiroides que podrían derivar en dificultades respiratorias o de deglución. Su carencia también está relacionada con retraso en el desarrollo del sistema nervioso, intelectual y de los huesos del bebé. Y la realidad es que en España existe un déficit general de este mineral porque habitualmente la sal que consumimos no está yodada. La Asociación Española de Pediatría recomienda que las madres lactantes tomen un suplemento de 200 microgramos al día de yoduro potásico. Existen preparados que incluyen sólo este mineral y a un precio mucho más bajo que los multivitamínicos. También hay que optar por la sal yodada y consumir frecuentemente pescado de mar. Con estas recomendaciones tendríamos perfectamente cubiertas las necesidades de yodo de bebé y mamá.

Respecto al resto de vitaminas habrá que ver caso por caso si son necesarias. Por ejemplo, si se sufre anemia después del parto quizás sí que hará suplementar con hierro o si la madre es vegana deberá tomar B12. Pero vaya que no hay que multivitaminarse por sistema.

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